Héctor

Héctor es el héroe troyano más valiente. Es hijo de Príamo y Hécuba, aunque hay otras tradiciones que lo consideran como el hijo de Apolo. Se cuenta que aunque Príamo sea el rey de Troya, es en realidad Héctor quien ejerce el poder sobre sus compañeros. Dirige como quiere los debates de la asamblea y lleva los asuntos de la guerra según su forma de luchar. Muy querido por su pueblo, recibe de él honores casi divinos y, tanto amigos como enemigos, lo tienen como el principal defensor de la ciudad. Los oráculos anunciaron que mientras Héctor viviera en Troya, esta no caería, es por ello que Agamenón está  convencido de que no tomará la ciudad mientras esté allí el héroe. Y la predicción parece cierta, pues durante nueve años Héctor, como comandante de las fuerzas troyanas,  mantuvo a raya al ejército griega en la guerra de Troya. Es en el décimo año donde empiezan las grandes batallas. Hasta entonces, Héctor ha rehuido la lucha en campo abierto, por lo menos cuando sabía que Aquiles, el héroe griego más fuerte,  se hallaba entre el enemigo. Evita enfrentarse con Aquiles incluso cuando éste ha intentado dar con él. Por el contrario, cuando Aquiles está ausente, aprovecha para producir una gran matanza entre los griegos y va matando a distintos héroes, a destacar Mnestes y Anquíalo, luego a Teutrante, Orestes, Treuco, Enómao, Héleno y Oresbio. Tras las victorias, Héctor siempre se retira a la ciudad antes de un nuevo contraataque de los griegos.

Pero vuelve luego al combate. En uno de ellos, después de despedirse de Andrómaca y Astianacte y acompañado de su hermano Paris,  desafía a los héroes griegos, no importa cuál, a luchar con él en combate singular. Sin embargo, Héctor desempeña su papel más brillante en la batalla donde ataque a las naves griegas. Toda la responsabilidad de la lucha recae sobre él. Durante la batalla, los dioses intervienen y juegan papeles cruciales: impiden que Héctor dé muerte a héroes.Pero, a su vez, Héctor está protegido por Apolo; quien desvía las flechas de Teucro contra Héctor. Finalmente, Zeus ordena a los dioses y diosas que dejen en manos de Héctor la victoria mientras Aquiles no participe en la lucha. Recordemos que Aquiles no lucha dada la enemistad que tiene con Agamenón.

Cuando la situación de los griegos llega a su punto crítico, Patroclo, autorizado por Aquiles, corre a por ayuda de los griegos; pero no tarda en morir a manos de Héctor, quién lo despoja de sus armas y ultraja el cadáver pese a los esfuerzos de los griegos.

La muerte de Patroclo provoca la ira de Aquiles y el héroe vulve a la lucha. Con la vuelta de Aquiles a la guerra Héctor está condenado, pues su destino  es morir en sus manos. Para retrasar el momento fatal, mientras los héroes luchan, Apolo, el protector, rodea a Héctor con una nube, y Aquiles lo busca inútilmente. Pero mientras el ejército troyano se retira al interior de la ciudad, Héctor se queda, él último, ante la puerta Escea. Su padre y su madre lo animan a ponerse, como todos, al abrigo de la muralla, pero él no atiende a sus ruegos: aguarda a Aquiles. Sin embargo, al acercarse éste, siente miedo y emprende la fuga. Por tres veces, los dos enemigos dan la vuelta en torno a la ciudad, uno en persecución del otro, hasta el momento en que Atenea, tomando la figura de  Deífobo, invita a Héctor a detenerse, prometiéndole su ayuda. Pero cuando Héctor acepta el combate y se enfrenta con su enemigo, Atenea desaparece, y él comprende que ha llegado su hora. Desde ahora, Apolo abandona a Héctor, y Aquiles asesta el golpe definitivo. En vano, en el momento de morir, Héctor suplica a Aquiles que entregue su cuerpo a Príamo; Aquiles se niega en venganza por Patroclo. Entonces Héctor, le predice su muerte a manos de su hermano Paris.

Aquiles horada los tobillos del cuerpo, lo ata a su carro con correas y lo arrastra alrededor de la ciudad bajo las miradas de los troyanos. Después el cuerpo queda  en el campamento griego, sin protección, abandonado a los perros y las aves. Ante esta escena, los dioses se apiadan del cuerpo de Héctor e intervendrán. Zeus envía a Iris al encuentro de Aquiles con orden de devolver a Príamo el cadáver de Héctor. Príamo, por su parte, se presenta en embajada al héroe y, contra un elevado rescate, logra la el rescate del cuerpo de su hijo. Príamo y Aquiles llegan al acuerdo de una tregua de doce días para que  los troyanos puedan celebrar dignamente los funerales de su defensor. Andrómaca, Hécuba y Helena encabezarán el  duelo.




Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares